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[música] Los niños más jóvenes se fueron por allá, ¿no?
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Sí, siguen allá.
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¿Siguen allá?
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Sí. Cuando mi TOC empeoró gravemente, todos... mis padres, mi familia y yo, estábamos algo asustados, decían: "¿qué pasará si no mejora nunca?" Pero en Rogers realmente me ayudaron a estar mejor. Fue hasta milagroso. Y sé que podría hacer lo mismo por muchas personas. Tuve una infancia muy feliz de la cual estoy agradecida. Era muy creativa, con una gran imaginación, conversadora e inventaba historias.
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Diría que es extremadamente empática, es fuerte, determinada, inteligente... Ella es inteligente.
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Gracias. [risas]
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Es cariñosa.
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Sí. La palabra que los doctores utilizaban cuando ella estaba aquí era "introspectiva".
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Sin embargo, tenía mucho nerviosismo, pero ahora puedo mirar atrás y ver muchos rasgos de ansiedad diferentes. Comencé a notar síntomas de TOC y ansiedad cuando tenía aproximadamente 14 años, ahí todo comenzó a ponerse muy mal. No conocía a nadie más con TOC. Mis padres tampoco. No conocíamos a ninguna persona para tener una referencia. No sabíamos que mi caso era tan grave, pero desafortunadamente lo era.
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Y, en ese punto, su padre y yo tuvimos una conversación y dijimos: "realmente tenemos que acudir a este tratamiento residencial".
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Así que el verano después de cursar el décimo grado, acudí a Rogers. Todavía no estaba muy segura, pero quería mejorarme.
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Pensamos en ello como si se tratara de aprender un idioma, ella iba a comenzar a aprender un idioma nuevo. Después nos dimos cuenta de lo que Rogers le entregaría: ella iba a estar inmersa en ese idioma, casi como ir a otro país a aprender su idioma, eso es lo que sucede aquí.
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La trajimos y preparamos su habitación. Después tuvimos que despedirnos y la abrazamos. Estuve a punto de llorar. Luego el terapeuta me tocó el hombro y me dijo: "mamá, es hora de irse". [risas] Y solo dije: "está bien".
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Fue duro para toda mi familia cuando vine a Rogers. Recuerdo que durante mis sesiones de terapia familiar en Rogers, me hacían un montón de preguntas. Y se encargaron de aprender a cómo no hacer mis adaptaciones y a ayudarme para que pudiera mejorar, lo cual agradezco mucho.
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La exposición, cuando nos enteramos de todo lo que estaba haciendo y cómo lo estaba llevando, supimos que estaba cambiando.
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Tal vez cerca de la semana siete, ocho o nueve, comencé a ver los resultados. Podía contener mis conductas compulsivas con mayor facilidad. No tenía tantos pensamientos intrusivos u obsesiones, y podía encarar mis pensamientos, algo que significó mucho para mí. No pensé que me encariñaría con Rogers, pero así fue, especialmente con muchos de los amigos que hice aquí y con algunos de los cuales sigo en contacto. Y algunos de ellos se volvieron mis mejores amigos. Así que fue muy difícil despedirme de ellos y del equipo del tratamiento, pero me sentía muy, muy feliz de volver a casa y estar con mi familia y mis perros nuevamente. En este momento estoy en la universidad, algo que nunca imaginé que diría. Hubo un punto en el que ni siquiera pensaba que sería capaz de graduarme de secundaria. Quiero estudiar psicología. Estoy muy segura de eso. Hagan todo lo que puedan para obtener el tratamiento porque puede mejorar sus vidas, y no siempre tiene que ser todo negativo. Siempre hay esperanza.
[música]
Cuando un niño lucha contra alguna enfermedad mental, es posible que ningún miembro de la familia sepa qué hacer.
Maya nos comparte una historia sobre el viaje de su familia a Rogers y cómo ella pudo superar el TOC y la ansiedad a través del tratamiento residencial en Oconomowoc.
"No conocía a nadie que sufriera de TOC, mis padres tampoco; así que no teníamos ninguna persona como referencia. No sabíamos que mi caso era tan grave, pero desafortunadamente lo era", explica.
El Centro de TOC y ansiedad de Rogers para la atención residencial de adolescentes atiende a adolescentes de 12 a 17 años que padezcan de TOC y otros trastornos relacionados con la ansiedad.
Obtenga más información sobre el viaje de Maya hacia la recuperación y cómo está prosperando después de su tratamiento.
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