Rogers Behavioral Health
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Ansiedad en escuelas

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Todo lo que hay que saber sobre la adaptación

Melanie Cole (anfitriona):  Hola. Mi nombre es Melanie Cole. Le damos la bienvenida a Ansiedad en las escuelas, una serie especial de podcasts de Rogers Behavioral Health. Este es el tercer episodio de una serie de seis entregas donde hablaremos sobre la ansiedad y cómo puede afectar el aprendizaje. En este episodio, analizaremos la adaptación. Quiero darle la bienvenida al Dr. David Jacobi, el líder de psicología de servicios de TCC para niños y adolescentes en Rogers Behavioral Health. Dr. Jacobi, ¿qué es la adaptación y cuál es el objetivo de esas conductas específicas?

David Jacobi, PhD (invitado):  Gracias, Melanie. En realidad, la adaptación es un conjunto de conductas de una persona que tiene interacciones con un niño. Generalmente pensamos en los padres, pero puede ser cualquier persona. Podrían ser los profesores, entrenadores o familiares que tienen interacciones constantes o reiteradas con el niño. Estas son conductas diseñadas para aliviar la angustia del niño, que es producto de la ansiedad. Estas conductas realmente le permiten funcionar; al menos, la percepción es que esta adaptación ayudará al niño a funcionar socialmente en la escuela y otros entornos.

Cuando pensamos en la adaptación, pensamos en aspectos del trastorno obsesivo-compulsivo que pueden ayudar a completar rituales: ayudar a que el niño tome un ducha, se lave las manos, se vista a la mañana o se prepare para ir a la escuela. Los adultos también podrían aceptar las exigencias del niño respecto a una situación o podrían ayudarlo con ciertas tareas del hogar. Quizás el niño podría tener un área de la casa que es completamente privada y, por ejemplo, nadie puede entrar allí. Otro ejemplo de adaptación podría ser tranquilizar al niño. El niño podría preocuparse por una actividad relacionada con la escuela, como un examen o una interacción social. También podría preocuparse por saber si las puertas están cerradas o si sus manos están limpias. En estos casos, el padre lo consuela en forma voluntaria para que el niño se sienta mejor. Los adultos también podrían completar tareas en lugar del niño. Por ejemplo, a muchos niños les cuesta completar la tarea de la escuela porque se preocupan demasiado o tienen ansiedad. Por lo tanto, muchos de sus padres los ayudan en gran medida con ese proceso, o incluso hacen la tarea en su lugar, para que el niño no tenga malas calificaciones o se atrase en las clases.

Otro ejemplo de la adaptación es reducir las responsabilidades del niño en la casa; por ejemplo, el niño no tiene que realizar tareas de la casa ni se hacen comparaciones entre el niño y sus hermanos. Por último, también se permite o se fomenta la evitación de situaciones que son realmente difíciles para el niño, como las interacciones sociales, ir a la escuela o participar en diferentes actividades extracurriculares.

Melanie:  Dr. Jacobi, describió todas estas conductas específicas de la adaptación y su objetivo. ¿Esto es algo bueno o positivo? ¿O puede tener consecuencias negativas?

Dr. Jacobi:  La consideramos una especie de arma de doble filo porque los padres, familiares, profesores y adultos hacen cosas que creen que ayudarán al niño a reducir la angustia o mejorar su capacidad de funcionar. No obstante, por medio de una gran cantidad de investigaciones en el área, descubrimos que la adaptación es contraproducente para el objetivo de las intervenciones del tratamiento.

Melanie:  Entonces, si un padre es sobreprotector y ayuda al niño que padece ansiedad con estas tareas, ¿qué estrategias específicas podría recomendar? Cuéntenos un poco acerca de la adaptación y el impacto que tiene sobre los estudiantes y la escuela.

Dr. Jacobi:  Reitero que, sin dudas, los padres intentan ayudar a sus hijos para que tengan un buen desempeño en la escuela, puedan lidiar con el estrés de la escuela, hagan su tarea, etc. Pero, en realidad, vemos niños que tienen dificultades para prestar atención en el aula. O bien es posible que antes participaran en las discusiones en el aula y ahora sean un poco introvertidos. O bien es posible que duden al momento de dar sus opiniones en el aula, tengan un aspecto triste o sufrido, soliciten dejar el aula para poder lidiar con su ansiedad cuando se sienten abrumados. También es posible que hagan muchas preguntas a sus profesores o busquen que les den seguridad en relación con las tareas asignadas, su desempeño, etc. Por lo tanto, en un entorno del aula, la ansiedad puede tener aspectos diferentes. Pero todos estos aspectos indican que el niño realmente está sufriendo, particularmente si se compara con el desempeño que tenía antes de que se manifestaran los síntomas de la ansiedad.

Melanie:  ¿Cree que si no hay temor a las consecuencias se pueden limitar las oportunidades de aprendizaje del estudiante? ¿Esto reduce la motivación del niño de cambiar o lidiar con algunas de estas situaciones por su cuenta?

Dr. Jacobi:  Es posible. Sin duda, nuestro objetivo no es que los padres o el personal de la escuela se sientan culpables por la adaptación. Ellos hacen lo que creen que es útil. No obstante, en ocasiones, esto le quita al niño la capacidad de comprender que puede superar estas situaciones en forma eficaz y que puede lidiar con ellas. Creemos que, de alguna manera, la adaptación interfiere con el desarrollo del sentido de propia eficacia del niño. Es importante que el niño pueda o sepa que puede influir en su entorno de una forma positiva. También es importante que el niño aprenda que, muchas veces, las cosas que teme pueden suceder o no. Es decir, hay posibilidades de que no sucedan; y si suceden, el niño puede lidiar con ellas. Alentamos a los familiares, profesores y demás adultos a permitir que el niño padezca ansiedad, obtenga estrategias para lidiar con ella y desarrolle ese sentido de propia eficacia.

Melanie:  ¿Cree que existe una buena lista de comprobación o escala de interferencia para que los padres y profesionales de la escuela puedan identificar estas conductas de adaptación?

Dr. Jacobi:  Ciertamente existen medidas, como la escala de adaptación de la familia, que podemos usar desde una perspectiva clínica. A menudo, preguntamos e intentamos educar a profesores y consejeros estudiantiles sobre el aspecto de los trastornos de ansiedad en el aula. Les brindamos información de diagnóstico para que puedan identificar estos tipos de problemas y proporcionamos conocimientos que pueden compartir con el niño y sus familiares. Esto es un componente educativo. En ocasiones, algunos de nuestros empleados dentro de la escuela y los familiares intervienen en una forma limitada para realizar un pequeño trabajo de exposición a fin de ayudar al niño. Mucha de esta información proviene del conocimiento general sobre los trastornos de ansiedad y el aspecto y los ejemplos de la adaptación. Es importante tener los conocimientos necesarios para retirar esta adaptación de una manera gradual. Si bien esto podría generar una angustia temporal en el niño, al fin y al cabo lo ayudará a superar su trastorno de ansiedad.

Melanie:  ¿Podría concluir esta charla con sus mejores consejos y algunas estrategias para reducir la necesidad de adaptación? ¿Qué le gustaría que los padres y profesionales de las escuelas sepan sobre la adaptación de un niño con ansiedad?

Dr. Jacobi:  Indudablemente, es necesario comprender el aspecto de la adaptación. ¿Los familiares reconocen estas conductas? ¿Los profesores reconocen las respuestas que dan a un niño con ansiedad en el aula? Algo que debemos hacer es responder a los pedidos de reafirmación de una forma incierta y vaga; por ejemplo, "¿qué opinas tú?", "¿qué es lo que supones?" o "no lo sé". Esto no brinda al niño la reducción de ansiedad que busca, pero le permite lidiar con esa incertidumbre.

También podemos pedir a los padres y profesores que limiten la cantidad de solicitudes de reafirmación que dan en un período determinado. Por ejemplo, establecemos un objetivo: se permite una pregunta cada 30 minutos; luego, conforme pasa el tiempo, intentamos reducir la cantidad de preguntas. Otra estrategia, que se utiliza tanto más con la reafirmación, es demorarse en tranquilizar al niño. En otras palabras, vemos si podemos esperar cinco o diez minutos antes de tranquilizarlo para ver si el niño puede aprender a ajustarse. También podemos establecer algo que llamamos intervenciones mediante economía de fichas, donde el niño debe ser recompensado por limitar el número de veces que busca reafirmación por un período determinado.

La otra estrategia que utilizamos es buscar arduamente otras formas de reemplazar las respuestas de adaptación. En particular con la reafirmación, hablamos de algo llamado validación. La validación puede ser una comunicación verbal o no verbal con el niño, la forma en la que se siente, la forma en la que piensa. Incluso sus comportamientos tienen causas o son comprensibles, y lo que en verdad buscamos es que los padres y el personal de la escuela comprendan cómo es la experiencia del niño, que muestren empatía y comprensión a través de la validación, o incluso clarificar con qué está lidiando el niño y tratar de demostrar que entienden el efecto que tiene en el niño. Y hay muchas maneras diferentes de dar validación, pero tan solo mostrar empatía y apoyo pueden ser muy, muy útiles para que un niño comprenda que lo que está experimentando tiene sentido, que es difícil para ellos y que el padre o el profesor están allí para ayudarlo.

Melanie:  Muchas gracias por su tiempo, Dr. Jacobi. Rogers Behavioral Health trabaja a diario para garantizar que las personas con problemas de salud mental tengan acceso a la mejor calidad de atención y el tratamiento más eficaz disponibles. Si quiere obtener más información sobre la forma en que Rogers puede ayudar a los niños, adolescentes, familias y escuelas, visite rogersbh.org hoy. Repetimos, rogersbh.org. Mi nombre es Melanie Cole. Muchas gracias por escucharnos.

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